29-ene-2017: Crónica tardía de la Max Tott 80!

La medalla de la Max Tott 80 es bella!

Abandonada tengo esta bitácora, procrastinador como soy, aunque ahora hay otras razones, quiero ponerlo al día, sin embargo, al menos en lo que respecta a las principales carreras de este año. Y no hay mejor manera de arrancar las medias maratones en la patria que corriendo la Max Tott, la más antigua de la ciudad, la auténtica carrera de los barrios.

La expo se realizó en su sede habitual en el parque de la industria, lo que se agradece por la cercanía, era un evento pequeño y ordenado, donde dieron las playeras y el kit, bastante básico, a los corredores inscritos. Digamos que al quinto año de correrla se van las sorpresas aunque queda la emoción y expectativa por enfrentar la ruta.

La salida el domingo temprano, es en los linderos del cerrito del carmen, cerca, muy cerca de mi casa, y sin embargo en un ritual penoso todos los años llego en los últimos minutos a meterme al último de los corrales, espero (not) que en 2018 sí logre madrugar.

Decía que ubicándome estaba entre la bandita corredora y loca, cuando dieron la salida, y para afuera: el recorrido fue el mismo de años pasados con apenas variantes al final. Subimos hacia Candelaria y de allí cruzamos hacia la 14 avenida, el grupo todavía compacto y la emoción muy fresca. Luego se tomó rumbo a Matamoros, subir a Jardines hasta los linderos del monumento al trabajo y bajar por la Calzada de la Paz hasta llegar a la subida que antecede al Colegio Austriaco, el auténtico parte-aguas de esta carrera.

Al terminar la cuesta con la lengua de fuera, se sigue subiendo, en un ascenso un poco menos exigente hasta llegar a Cayalá, donde se redondean diez kilómetros y además se inicia un descenso que las piernas y el corazón agradecen.

Tomamos el bulevar Rafael Landívar y ascendimos hacia el otro bulevar: Vista Hermosa, en un subi-baja que ya se padece dulcemente. Al terminar el bulevar queda el columpio que conecta al Campo Marte, y allí el único cambio a la ruta de la carrera, ya que en lugar de bordear el complejo deportivo se nos hizo pasar debajo del nuevo paso a desnivel "Guardia de Honor", al salir del mismo tocó cruzar a nuestra derecho (rumbo norte) para buscar, al fin, el Doroteo Guamuch Flores.

Entrar a ese estadio corriendo es una pequeña felicidad que no se compara con ninguna otra, media vuelta a su pista de tartán y correr a por la medalla, que regresó a su diseño circular y que estimo bella, bellísima si la comparamos con los adefesios de los dos años anteriores.

Terminé en 2:37:25, siete minutos sobre el tiempo que quería hacer, pero bueno, considerando que me acerco peligrosamente a mi cuarentena, me doy por satisfecho, más, cuando considero lo poco que corrí en el tramo final de 2016.

Mi media maratón número 26 había terminado, cansado y contento, busqué rumbo a casita con las piernas temblorosas.

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