Max Tott 2018: 6 años atravesando la feliz agonía de sus cuestas.

La medallita guapa, circular como nunca debió dejar de serlo.


Dejé tirado este blog de carreras durante gran parte del 2017, aunque, como lo indiqué en la entrada anterior, sí corrí, un poco más de mil kilómetros, incluyendo 7 medias maratones, bonitas y sufridas como suele recetarlas este deporte-actividad-pasatiempo que me resulta correr.

Quiero correr con un poco más de consistencia en 2018, o al menos, no botar tanto el paso en los meses en que se me van las ganas: mis eneros suelen empezar bien, sobre todo por la carga de conciencia que nace de los excesos de las fiestas navideñas. Ah los tamalitos, pavo, pierna y ponche con piquete que buscamos quemar desde la San Silvestre -que también corrí, siendo una carrera a la que le tengo mucho cariño por haber sido mi primera experiencia en estas andadas, con la que abro mi año 7 de andar aplanando el asfalto y rompiendo tenis cariñosos.

El año empieza para el corredor que se precia, con la Max Tott, la carrera más antigua de Guatemala nación y ciudad, la carrera de los barrios antañones, que ha sabido sin embargo adaptarse a la proliferación del running y a la competencia de carreras con recorridos más fáciles, playeras más bonitas y parafernalia más llamativa en el kit de corredor.

Lancé una pregunta en la página de fbook de "Amigos por las carreras", en la que cuestionaba como, con el innegable auge del running, la Max Tott seguía sin llenar cupos, cuando las inscripciones para los 21k de la Ciudad de Guatemala se agotan en horas, a precios más elevados.

La respuesta mayoritaria apuntó al elevado costo de la inscripción (160 quetzales, más cobros extras en la página web), un poco más de 20 dólares, así como a lo "pobre" del kit de la carrera. Este año traía una playera -bonita, aunque habían pocas tallas, una visera -también bonita, aunque mi enorme cabezota me obligará a regalarla y paren de contar, en la "expo", esa sí muy básica y apagada, me regalaron hidratante isotónico, el bello calendario de Maratón Guate, que veo que ahora atinadamente entregan a principio de año -las ediciones anteriores las entregaban en agosto por la carrera de la Muni, y nada más, habían ventas de ropa e implementos deportivos, así como los suplementos de GNC.

160 quetzales entonces, puede parecer poco o mucho, según la situación económica del corredor; entendiendo que Guatemala es un país empobrecido, creo que castiga doble el que se realice en enero, cuando se viene saliendo de lo gastos de las fiestas así como del inicio del ciclo escolar. Aunque la fecha me parece perfecta por motivos atléticos -e incluso simbólicos, uno ya sabe que el último domingo de enero toca Max Tott, quizás ampliando los periodos de inscripción se logran mejores cupos; la carrera, eso sí, fue una fiesta, entre inscritos y no inscritos habían fácil más de cinco mil corredores, que alegraron la mañana de la Avenida Juan Chapín, contigua al histórico Cerrito del Carmen.

Este año cumplo 6 años de correr la Max Tott, la segunda media con la que alcanzo ese hito, y que es sin duda mi carrera favorita de la capital, con el sobrepeso -obesidad pues, que me ando encima, todos los años es un sufrimiento correrla, pero pocas satisfacciones se equiparan a entrar al estadio Doroteo Guamuch Flores con el deber cumplido.

Corrí bastante durante enero preparando la carrera, quizás hasta too much, la semana anterior al evento me costó muchísimo sacar corridas cortas y el dolor muscular era fuerte. Descansé tres días completos antes del domingo, y aunque ya no sentí dolor, no llegué a sentir la fuerza ni apenas velocidad que pretendía.

Pero bueno, ya los años me dan la serenidad para afrontar la carrera con la certeza de que sale, solo buscando un tiempo no tan penoso. Cada quien sus luchas y sus límites, traté de mantener un paso constante y no desfallecer en las cuestas, jodidas, la del Austriaco, rompedora, de casi un kilómetro, para luego seguir ascendiendo ya un poco más asequible hasta Cayalá-city; bajar rico por los rumbos del bulevar Rafael Landívar, para de nuevo ascender por Vista Hermosa, ya con 13+ kilómetros en las piernas.

Otro descenso, rico, bienvenido, para una tercera y agónica cuesta por el famoso "columpio" que conecta hacia el campo Marte, aunque desde el año pasado se nos desvía antes para pasar bajo el desnivel frente a la Guardia de -des-Honor. Por cierto que los soldados nos hicieron valla y bulla con pitos y aplausos, lo que siempre se agradece.

Terminé cansado, ya el columpio me costó mucho pero asumí con serenidad que al menos no iba a pasar de las tres horas -mi peor tiempo en alguna Xela y los 21k del año pasado, y entré al estadio saboreándome la dona que regalaron los nenes de Krispy Kreme -estaba muy buena por cierto, que les valga la publicidad gratuita.

Y estuvo entonces! 6 Max Tottitas en la bolsa, 33 medias maratones desde que me metí a este rollo, gracias al impulso de mis amigos CR y AE, escribí rollo, pero es un sueño, que gracias a ellos se encendió y que mantengo ardiendo con ilusión.

Quiero correr mucho en el febrero que se viene, no me termino de decidir entre Yo Amo ES en la guanancia o Guatemágica en Reu, ambas locaciones de calores furiosos, que sin embargo, he atravesado ya y vivido para contarlo y escribirlo.

Gracias por leerme, seguimos en la lucha.

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