Media Maratón de las Rosas 2015

 
Viajar para correr en la Antigua Guatemala es bello y terrible, aunque no contradictorio: la ciudad es una joya de la colonia en la cintura del trópico, sus calles son preciosas y empedradas a pesar de los turistas que suelen abarrotarla los fines de semana y se respira al caminarlas un aire, un ambiente de otro tiempo; suma, y mucho, el Volcán de Agua, ese guardián inmenso que avasalla toda la vista. Antigua es una ciudad para disfrutarla hasta su última gota! Correrla es difícil sin embargo: sufrido, complejo, esas mismas piedras centenarias representan un obstáculo y un castigo para el corredor promedio, que tiene que pasarlas con doble o triple cuidado para evitar caídas, y maltratan además las plantas de los ya sufridos pies.

Ya una vez, hacía dos años, había completado la Media Maratón de Las Rosas (uno de los calificativos de esta ciudad es "de las perpetuas rosas") y la experiencia me había resultado jodida y dura, además de las piedras, el calor del valle de Santiago puede ser extenuante lo que sumado a una mala hidratación en el trayecto me habían convencido de no volverla a correr.

Una tarde sin embargo, tomando fotografías a mis medallas, que son ya un buen puñado, sentí que la de las Rosas estaba sonta, solitaria. "Va a tocar correrla otra vez", pensé, aunque sin mucho convencimiento. La oportunidad se dio, sin embargo, con el ánimo de los amigos AE y CR, ella, corredora formidable dispuso de correrla en este 2015, siendo ambos mi compañía y anfitriones en la vieja Santiago.

Amaneció fresco el domingo 19, pero despejado, por lo que se pudo prever desde muy temprano que iba a ser otra carrera de sol y calores. El buen amigo CR nos llevó a los corredores (AE, su papá y este servidor) a los linderos del parque central de Antigua, desde donde sale la carrera. Era bastante temprano todavía, por lo que descansamos, nos dejamos tomar fotos y acumulamos algo de ansiedad hasta la hora de la salida, que estaba pactada a las 8 de la mañana.

Su servilleta, foto cortesía de runguate
Y llegó la hora: Es una carrera pequeña todavía esta de las Rositas: un par de miles de corredores quizás, soy terrible para las estimaciones, algunos keniatas, varios gringos, un grupo grande de salvadoreños y la marejada chapina. Los primeros kilómetros son de correr con cuidado, todavía dentro del casco de la ciudad y su infernal empedrado. Luego se sale rumbo a San Felipe, donde la ruta cambia entre asfalto y adoquinado.

Y ME CAÍ! No me había caído jamás en una carrera! Por ir abriendo la boca no me di cuenta de una punta de adoquín levantada donde topó mi zapato y me fui de geta. No me lastimé (el cuerpo), y un par de corredores solidarios me levantaron pronto. Una magulladura en la palma de la mano derecha y otra en el orgullo fue el saldo.

Transitamos por Jocotenango, de regreso a los linderos de la Ciudad, luego la calzada de Santa Lucía (pensé en mi cuchi), salimos hacia Ciudad Vieja en un tirón largo de asfalto. Me sentía bien, acalorado pero con fuerzas. Debo señalarlo: LA HIDRATACIÓN FUE PÉSIMA (otra vez), y de no ser por los partidos políticos que en su voracidad regalaron agua, la hubiera pasado canuta.

Sobre la carretera que conduce a Ciudad Vieja puse en práctica los consejos sobre técnica del sabio google, y me funcionó! Sin sentir que hacía un gran esfuerzo fui ganando velocidad y dejando a varios corredores atrás. Así seguí hasta la mera Ciudad Vieja, en donde empiezan los ascensos de la carrera y disminuyó el paso. Pero me sentía bien, a pesar del calor, fuerte, decidido.

Transitamos por un par de poblado aledaños de regreso hacia Antigua, con el paso de los años visualizo de otra manera la distancia en las carreras, y lo que alguna vez eran veinte mil pasos en un Gólgota de sufrimiento y gloria, son ahora un paseo feliz (algo cansado, sí) de una mañana de domingo.

Y pronto ya estaba de vuelta en Santiago de los Caballeros, en su empedrado de peligro, sus baches, sus banquetas estrechas y balcones protuberantes, me entró un poco la desesperación: quería terminar ya, traté de apretar el paso y lo conseguí. Sin darme cuenta estaba a la vuelta del parque, un par de zancadas, la meta en la distancia, acercándose, y ya, estaba hecho!

Quería hacerla en menos de 2:30, y cronometré 2:21:08, not bad que dicen los aquellos; mi mejor tiempo en media este año y mi segundo mejor registro en la distancia. Los frutos de aumentar las corridas se pudieron saborear; creo que si continúo con el ritmo y constancia puedo aspirar a mejorar mi PR para la media de Dark Lord Arzú, ese es el reto, el anhelo de mi corazón dubitativo.

Y ya estuvo, la medalla era brillante y plateada, bonita, como me gustan (a diferencia de la decepción de medalla de la Max Tott de este año). No sé si volveré a correr las Rosas, que sigue manteniendo grandes deficiencias de organización y una ruta incluso peligrosa, pero con la excusa de compartir con los amigos, sus oportunidades aumentan, el tiempo dirá.

Como siempre gracias por perder su tiempo entre mis líneas, nos miramos en la ruta.

-Wild snorlax is in recovery mode!
 

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