Media Maratón Guatemágica 2016!

El premio que me traigo de la tierra del fuego!

Es una magia de calores y santeros, en todo caso, la que puebla esa tierra de fuego que es la costa y boca-costa de Retalhuleu y alrededores. Con la cercanía de mi 37 cumpleaños, y dispuesto y furioso a correr en otras latitudes, otras carreras diferentes a las ya conocidas de ciclos anteriores, decidí, aprovechando la coincidencia de giras de trabajo, acometer la empresa de esta media maratón bautizada Guatemágica, con el que llaman al conglomerado de municipios que se apuñan alrededor de la cabecera departamental y los parques del IRTRA.

La arquitectura del trópico y sus viejas glorias.
Es una carrera bien organizada, pero todavía poco concurrida: a la hora de la salida no habían ni mil corredores, el calor era ya el de un fogón, cercano a los 30 grados, y una humedad altísima, quizás de un 80% según los registros de mi app del clima. Y salí, siendo una carrera ignota, rumbo a lo desconocido, de un costado del parque, frente al bello palacio de la gobernación, enfilando hacia la carretera que conduce a Champerico. Eramos tan pocos, que con mis gorduras me entró el miedo escénico a terminar de último.

Que pesadita se siente la ruta en esas condiciones, como navegando a través de un miasma de sopores, un pantano de vapor y humores calientes que hacen que el asfalto reverbere y la energía se consuma con la celeridad de un tizón. 4 kilómetros nos enfilaron en ese rumbo, con un leve descenso que se agradece para girar entonces en U y empezar un paulatino ascenso por el contorno de la ciudad capital del departamento.

Abundó en la organización y vecinos voluntariosos el avituallamiento: agua sobre todo, bebidas isotónicas, caramelos, trozos de sandía fría y esponjas mojadas que sirvieron mucho para aliviar el sopor. Algo he aprendido en estos mis años y meses de andar corriendo: a medir mis fuerzas, a medir mi ritmo, mis pasos, mi esfuerzo. Es un largo trecho de ascenso que pronto sale de la ciudad por la larga calzada de las palmas hacia el norte, un trecho de diez kilómetros hasta llegar al 14, en que por fin, está el retorno y empieza el dulce descenso.

El trazado de la ruta, según mi mapeo previo en runkeeper, tenía la duda
del paso en San Sebastián, que no tiene el desvío que anoté.

Quizás haya sido la viajadera de las semanas anteriores, pero siento que mi cuerpo ha aprendido a aclimatarse con prontitud.Así, mientras enfilaba el regreso entre palmeras al corazón de la ciudad, una joya carcomida por el calor, sentía que mis fuerzas y ganas se encendían; durante los meses anteriores cumplí en términos generales con el plan de entrenamiento de la app de ASICS, buscando mejorar mis desastrosos tiempos Max Tott, Yo Amo ES, pero sobre todo, las casi tres horas que me zampé en Xela.

2:38 quería hacer, en un objetivo realista, y conforme corría y escuchaba las pautas que reportaban mi rendimiento sentía que podía alcanzarla. Apuré mucho en el regreso, empecé a rebasar a varios grupos de corredores a los que el calor y el cansancio habían fundido. Por primera vez en meses me sentí de verdad fuerte, y con mi fuerza, feliz.

Por allí iba el snorlax en la carrerita.
Por allí del kilómetro 18 se acabó Las Palmas y entré de nuevo al borde de la ciudad, los pies me empezaron a doler de una manera que no había sentido nunca, quizás por el calor del asfalto, quizás la estructura del zapato. "Falta poquito huevón -pensé, no vayás a fundirte ahora!" Apretando los aquellos traté de mantener el paso, hasta que se enfila en una bella vista el parque y su iglesia.

Faltaba poco, un par de cuadras y entonces sí, la meta, la dulce meta, el premio. Crucé la meta satisfecho por el progreso: 2:35:07, 3 minutos abajo del objetivo planteado, casi diez menos a los tiempos de Guate y la guanancia, y casi media hora menos al desastre de Xelajuj-noj.

Me dieron mi medallita, brillante, llamativa, varios muchachos uniformados de reservistas, que nos atendían en la zona de enfriamiento, que es un decir, en esos calores. Contento quedé de terminar mi tercera maratón en el tercer mes de este año, feliz también por la mejora en comparación por meses anteriores y con buenas expectativas para lo que se viene en meses próximos.

Y eso, quiero correr la media de Atitlán en abril, Cobancísima en mayo, Las Rosas en julio y la media de Guatemalita en agosto, tratando de al menos equiparar mi PR en la distancia. Por lo pronto estoy corriendo más que antes, aunque las jodidas libras se me pegan más que sanguijuelas, habiendo bajado apenas centavitos de enero para acá. Toca cuidar la comida y subir intensidad y esfuerzo.

Me gustó en términos generales Guatemágica, terminarla fue un triunfo redondo, y me quedo con ganas de seguirla corriendo, se me ocurre que sea mi celebración de futuros cumpleaños. Tocaba descansar y ser feliz, tenía una especial cita con el mar, que a todos nos espera.

Gracias por darse una vuelta, nos miramos en la ruta.

-Wild snorlax used heat wave!

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