COBÁN! COBÁN! COBÁN!

El verde de Cobán y sus cerros reciben a los corredores que la cortejan.

"Cobán es Cobán!" dicen los entendidos, y yo que apenas tengo un par de años y alguito más de rodaje en esto de la corredera, no terminaba de entenderlo. En 2013 en que tuve oportunidad por vez primera de correrla ya intuí la mística que rodea la carrera: la participación de la gente, que se vuelca a las calles, los bosque que atravesás en la ida y venida a Carchá... en esa mi primera experiencia el año anterior tuve la fortuna de correr en un día gris de nubes preñadas y amenazas de lluvia, de humedad en el ambiente, de verdor y frescura.

Eso fue el año pasado.

Este 2014 el sol regresó en su esplendor dragón, inclemente y vengativo.

Pero vamos por pasos.

Desde su soledad de piedra, Manuel Tot nos vigila y nos recuerda el camino.
Llegué a Cobán desde el jueves por razones de trabajo, ese día hacía fresco, incluso frío, con llovizna primero y lluvia después. Conseguí hospedaje con una pareja entrañable, papás de una compañera de la institución, en la que estuve bien alojado y mejor alimentado, devotos católicos, piadosos y excelentes anfitriones. Desde acá mi cariño y gratitud para doña Delfy y don Jorge, a sus hijos y nietos, a Martita y Jose, por sus atenciones y cariño.

Saldado el compromiso laboral el viernes por la tarde, caminé por las calles de la ciudad imperial, que se me hace tan luminosa, buscando los rumbos de la expo, que se desarrollaba, como en ediciones anteriores, en el polideportivo ubicado en las afueras. Varias cuadras de vagancia y ya un poco perdido (el trazado de las calles de Cobán es inusual, con rutas sinuosas y escarpadas) preferí conseguir un taxi, que por apenas veinte quetzalitos me dejó a la vuelta de mi destino.

Vista parcial y mal enfocada de la expo.
Había poca gente, ese era el objetivo de ir tan temprano como el viernes, y luego de una rápida verificación de datos pude pasar a traer mis recuerdos.

Pocas edecanes vi, para mi tristeza de mañoso, y luego de recibir los recuerdos de patrocinadores (agua, gatorade, fideos, medicina contra la diarrea -!!!-) pasé por los regalos que se anunciaban como principales: el reproductor de música deportivo, el calendario y la playera.

El reproductor, que revisé hasta regresar a la casa en que me hospedaba se mira ligero, aunque no lo he probado en batalla todavía, quizás no es tan resistente, una parte de los componentes de goma se estaba despegando ya, pero en todo caso, quiero probarlo antes de emitir veredicto.

El calendario, aunque es una impresión de alta factura, no me gustó en el diseño y concepto, que trataba de recoger vivencias y estampas de las cuatro décadas que casi cumple la carrera, que este año con pompa y fiesta llegaba a su versión 40! Fotos de Vinicio, de Arjona y hasta Messi! En un pastiche que al final considero un desperdicio, con las bellezas de fotos que han de existir!

Mi nueva playera favorita! Quiero correr con ella hasta el fin del mundo!
Y la playera: la playera! No soy fan de correr con las camisetas propias de los eventos, para empezar, por aquella máxima que aconseja no estrenar nada el día de una carrera grande (además que luego cuesta un chorro encontrarse en las fotos del libro-cara vestido igual que todos), sin embargo, el diseño, de un naranja eléctrico, con un 40 cabalístico y enorme estampado en la parte frontal me sedujo desde la primera vez que la vi.

A pesar de haber pagado con la antelación debida, no estaba mi playera con el nombre estampado. Mi número además, tenía mi segundo nombre mal escrito, así: "Josuâ". Por la razón que fuere tuve que conformarme con una versión sin nombre, lo que fue una pequeñísima decepción ya superada. Me gustó tanto la camisita, que esta vez sí corrí con ella, entre la marejada de naranjitos, émulos del pinche partido del chafa que nos mal gobierna.

Y luego fue descansar, ir a la plaza Magdalena a mirujear cobaneras, vueltear un poco por el parque, pero sobre todo descansar, leer un poco, ponerme al día en Hannibal y ese su final de temporada tan visceral. La tarde del sábado, para conjurar mis temores, los miedos de mi corazón dubitativo, fui a la iglesia de San Martín de Porres, cerquísima de la casa en que me alojaba para una misa de bendición de corredores. Todavía me recuerdo del ritual católico! Para mi sorpresa, en un par de ocasiones puede dar las respuestas y entonar (mal) algunos de los cantos. Al final el cura nos tiró agua bendita desde una rosa azul y blanca. Algunas gotitas me alcanzaron para lavar un poco mi cinismo original -Carrie Bradshaw dixit.

La marabunta ansiosa!
Y amaneció el domingo, luego de un baño con agua quitada del frío y un desayuno frugal (dos piezas de plátano cocido y un poco de su agua), salí a las calles que ya estaban pululando corredores. La organización un diez, para que aprendan los minions de dark lord arzú, y otros eventos. Presencia policial y seguridad privada para ir guiando a los corredores a cada uno de sus corrales. Me tocó en el último, el rojo, a donde llegué rápido y nervioso. Probaba por vez primera mi reciente adquisición: el cinturón nathan fuel belt, usando cuatro contenedores de los cinco que tiene (el quinto, sobre la cola, da un rebote que no me gusta), cargados dos de agua y dos de gatorade, que se me hicieron poco para una carrera tan demandante como resultó.

Y se llegó la hora y la largada. La hora de la entrega.

Caminamos por casi un kilómetro hasta la línea de salida. La cantidad de corredores crece y crece! No hay visos que la tendencia disminuya, lo cual es bueno, y aunque se hizo un poco cansado, todo fue muy ordenado y sistemático. Pasamos las alfombras de goma que marcan la salida y activé mi relojito: a correr, bajo un sol que aunque joven ya tiraba sus PUYAs de calor y fuego. (Desde este ridículo e insignificante espacio, toda mi solidaridad para los habitantes de La Puya, que defienden su derecho a un futuro mejor y un ambiente libre del veneno de una empresa minera que ha dejado poco y se ha llevado mucho, y mi total desprecio para los perros de presa de los dueños de todo y sus pericos en los medios, que alaban la resistencia cuando se da en las calles de Venezuela, pero que voltean la cara cuando la sangre se derrama en casa).

Por allí iba la tropa, todavía compacta y feliz!
La salida de Cobán no se sintió, la gente tira ánimos, regala agua, aplaude, sonríe, lo llama incluso uno a veces por su nombre lo que enciende la felicidad. Pronto estábamos ya en la carretera entre Cobán y San Pedro Carchá, con sus famosos "columpios", hondonadas de descensos y ascensos que empiezan a probar el temple de las piernas.

Y el sol, señores que sol! En algunos trayectos del camino los cerros proyectaban una sombra en donde muchos buscábamos refugio de la mordida solar. Que jodido! Que quemante! Que ardor! El sol estuvo fortísimo y despiadado. Sin darme cuenta el primero de mis pachoncitos ya estaba vacío, y empezaba el segundo a ser apurado.

Por allì iba Bundi, tan dominador...
Por el kilómetro 5 iba, cuando apareció el primer africano de regreso, demonio cérvido de ébano, titán de la piedra de rayo. Que velocidad muchades, que soltura, que envidia! Desde la abundancia de mis carnes y mis grasas suspiré. Nunca voy a correr a la velocidad de esas ráfagas encarnadas, pero me alegra, sí, que el año pasado me los haya encontrado en el kilómetro tres, y ahora en el cinco. Alguna mejora, aunque leve, algún crecimiento, cierto progreso para este gordito correlón.

Y llegamos a Carchá, atravesando el puente sobre el río Cahabón, más cuestas, más cansancio. Las piernas empezaban a dar los primeros signos de debilidad, pero apenitas. Salimos del pueblo, se había dispersado ya el grupo, y nada mas regresar a la ruta otra cuesta matadora, con ese sol ardoroso a la espalda. Que trepada tan jodida! Llegué a la cima y luego a bajar un poquito, y luego de nuevo otra cuesta, así repetido en una secuencia  cinemática. Poco antes de regresar a Cobán, por el 14 o 15 sentía que las piernitas se habían agotado ya. El cansancio que les había contado no me atrapó en los 10k nocturnos, acá me pegó en la cara y me rompió la jeta.

Miren nada más, que generosidad de cobaneras!
Entré a la ciudad con el resto de mis fuerzas, entre porras y la música que en la lejanía de mi cerebro resonaba. Ya el agua propia se había agotado. La gente es tan generosa en Cobán que fácil conseguí un par de bolsas, una para el consumo y otra para vaciarse en mi cabeza y aplacar un poco ese calor que me hacía palpitar las sienes como si el corazón me hubiera migrado del pecho.

Y Cobán te recibe con otra cuesta! Por los lares del mercado un descenso algo pronunciado para recuperar fuerzas apenas, vuelta en el paso a desnivel "Barrondo" y de nuevo a subir! En ese pasito se quemaron lo último de mis fuerzas, y de nuevo el cansancio, qué digo cansancio, el agotamiento. A correr con el corazón, con dos cojones! que dicen los expañoles... Por la segunda calle se desciende hacia plaza Magdalena. Kilómetro 18 y periquitos, faltaba tan poco pero me sentía tan cansado. En un par de ocasiones sentí la compulsión por parar y sentarme, por bajar los brazos, por rendirme. 

Todas las expectativas sobre mi tiempo se cayeron, esos dos o tres kilómetros finales fueron un martirio. Pero no paré! No desistí! Entre el 19 y 20 me encontré a Estelita, compañera de la oficina, que divina me regaló una botella completa de gatorade que apuré a la mitad con avidez. Casi en el 20! Casi! Y otra vez para arriba. Que ingratitud! No! Que reto precioso, que desafío exultante! 

La última cuesta!
Y crucé el 20, otro descenso, me crucé con un "desmayado" al que los bomberos auxiliaban presurosos. Y la cuadra final, no quedaba energía para sprint, para nada más que para subsistir, para mantenerse avanzando. La entrada al estadio, para los que la conocen, es otra cuesta! Hasta el final te muerde Cobán! Te rompe, te saca de cualquier posibilidad de confort.

Y ya, la pista maltratada de tierra seca y apelmazada. Media vuelta al circuito a pasito de oso de feria. Y la meta, la preciosa meta! la puta meta! Había cruzado otra vez! Mi segunda Cobán! Mi undécima media maratón en esta aventurilla que inició hace dos años y cinco meses.

Y ya estuvo, nos dirigieron a una zona en que se nos dio fruta y bebida, y la medalla, tan dorada, tan bella en su brillo solitario, tan única a pesar de las miles que le son iguales. Pero esta es mía, es mi esfuerzo, mi sudor, mi tiempo robado a las mañanas y las noches, mi sufrimiento, el aplacador de mi caos, el paliativo para mi corazón y sus abismos.

A quién le importan las diez del rial madrí, si yo ya tengo ONCE de estas bellezas!

Terminó Cobán, es mía la carrera y soy suyo, con ese sufrimiento me ha marcado, como cada carrera que deja bellas cicatrices en la psique. De esta salgo quizás fortalecido más que de otras.

Y qué se viene? Por allí vi de nuevo al maecito con el anuncio de la Maya Maratón: recalco la fecha 23 de noviembre de 2014. Ese día es el reto definitivo contra mi dragón de asfalto, némesis y anhelo. Luego de medias tan duras como esta entro en un lago oscuro de dudas sobre mi capacidad de correr una maratón. Pero allí vamos, crezco y me hago más fuerte, pero me falta, dieta sobre todo, y regresar al gimnasio a machacar fierritos. Necesito ser más fuerte y menos pesado, no hay atajo posible.

Los veo en la carretera, espero. Esto apenas empieza, lo mejor está por venir.

-Wild snorlax used rest!
-Wild snorlax is fast asleep!

Pdta: Al final en el camino si encontré a las edecanes que me perdí en la expo, les dejo unas mordiditas para los shucos y pervs, jojojo:

Eso, llamen usando claro...

No, mejor usando tigo... 

No, eso, que ahorren en bam...

Usen botas de hule, con estas aguas!

Las reinas del cielo...




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