Un año después, Cobán sigue siendo Cobán...

El logo de la carrera, en la playerita de este año.
La media maratón internacional de Cobán, es en muchos sentidos la gran fiesta de los corredores en Guatemala; no es la más antigua, ni la más numerosa, pero la rodea un hálito especial que cada año se confirma; lo he escrito antes: en pocos lugares las personas se vuelcan e involucran tanto como lo hacen los cobaneros, que además de animar y echar porras, regalan agua, dulces, ungüentos, dándole a la competencia un plus difícil de igualar.

Este año corrí mi tercera Cobán, y estuvo dura! El primer año tuve la suerte de un clima benigno, nublado y con llovizna, que hizo llevaderos los columpios que caracterizan la ruta. Ya en 2014 se corrió bajo un sol muy fuerte, y este año, igual o peor: sol fortísimo, humedad y ese subibaja que atenaza las piernas, corazones y pulmones.

Por el cambio de oficina, que comenté acá en la bitácora, este año la ida y regreso de Cobán se tuvo que planear de manera diferente; tuve la suerte de coincidir con las "Guichoaventuras" (con ese nombre lo pueden encontrar en el libro-cara), que por un precio que estimo razonable me ofreció transporte ida y vuelta, techo para pasar la noche y visita al balneario Chamché de regreso.

No pude preparar la carrera como hubiese querido, y sí, al final son excusas pero es lo que hay, mis ánimos no fueron los mejores en algunos momentos de los meses pasados y la corrida se resintió. Luego, al mejorar anímicamente, ya las semanas habían pasado y no se trata de sobre-entrenar. Así que agarrado a la base que ya tengo y con algunas pocas corridas, asumí la carrera dentro de mi actual estado de forma y posibilidades realistas de rendimiento.

El Aventurero!
Salimos para Cobán el sábado por la mañana, en la buseta bautizada "Aventurero", pequeña pero cómoda, con diez sillones dobles, con la fortuna añadida que al faltar una persona de los inscritos, me fui en una butaca solo, sin compartir espacio.

El trayecto se sintió expedito, aligerado por varias siestas. Pasamos (éramos un grupo de 18 personas, aprox.) por un merendero cercano a Guastatoya a romper el ayuno, donde me comí unos frijoles de olla, arroz y carnitas. Ya en la bifurcación que separa los caminos hacia Baja y Alta Verapaz, se veían bastantes ciclistas rumbo a la ciudad imperial, les pitamos ánimos y proseguimos.

Cambia el clima al adentrarse en la Verapaz alta, el friíto abraza y la humedad se declara invasiva, el mundo se vuelve un corredor verde por algunos felices kilómetros. Hasta que llegamos a Cobán bajo un cielo nublado y la llovizna de minúsculos besos. Se parqué el Aventurero en los Campos de la Feria, y de allí un microbús nos transportó al polideportivo donde se desarrolla la "expo" de la carrera.

Mi paso fue expedito, ni siquiera perdí mucho tiempo viendo a las "edecanas", sino que luego de algunos minutos en el "pre-chequeo" (la única cola del evento), me dirigí a por mi chip, playera, un simpático sombrero tipo cazador y el par de barullos más que "regalan".

De regreso a los Campos de la Feria y al Aventurero, que luego de tenernos a todos de vuelta, emprendió un viaje corto hacia la Plaza Magdalena, donde se nos dio tarde libre para comer y chompipear, citándonos a todos para las 7 de la noche a pernoctar.

Y eso hice, comí alguito, caminé hacia el parque, navegué un poco por internet para avisar de mis vueltas, compré hidratación para el siguiente día y ya. Había mucha gente en las calles y el ambiente era de feria y fiesta.

Dormimos en casa de un cuate del organizador, en las afueras de Cobán, donde nos instalamos a modo comando en colchones inflables, ponchos, bolsas de dormir o lo que tuviera cada quien. Todavía alcanzamos a ver algo del partido de la final del futbol guatemalteco y de uno de los juegos de NBA entre Golden State y Houston.

Pero se hacía tarde, así que luego de mis llamadas y abluciones, me enchamarré y a dormir.

Desperté al filo de las cinco de la mañana, aterido. Ya se escuchaba movimiento y colas en el baño. Había ansiedad y alegría entre el grupo, se acercaba la carrera, se venía Cobán. Cada quien se alistó como pudo, yo preparé los mizunitos17, los calcetines clima cool, la pantaloneta azul que me dieron en la maya maratón, mi playera del fc Barcelona con mi nombre y dorsal que se desvanecen por el uso y el tiempo, mi lentes ironman oscuros y mi gorrita amarilla, regalo de mi hermana. Ya vestido, el cinturón de hidratación con 4 pachitas de gatorade, mi cinturón de almacenar con mi billetera y el celular, el costalito de la mac-carrera con una toalla y galletas y la tabletía para guardar el recorrido en la App respectiva.

Y salimos, al filo de las 6 entre la bruma de esa hora y región. En minutitos estábamos ya de vuelta en Plaza Magdalena, donde luego de una foto grupal, nos separamos cada quien por su rumbo, con deseos compartidos para una buena carrera.

No gusto de comer demasiado en las mañanas de las carreras, por lo que solo piqué una galleta integral de la mantita enviada por mi santa y amada madre. Me senté en una banca y dejé pasar la mañana, la plaza y la calle aledaña, donde se forman los corrales, se nutría a cada minuto.

Faltando unos veinte minutos me dirigí a mi corral, azul, como cosa rara, creo que influenciado por mi buen tiempo de los 21k Guate del año pasado y el regular de la Max Tott de este 2015. Ya había bastante gentecita, y el sol, ah EL SOL! Desde ya nos daba sus quemantes besos.

Allí estaba cuando tuve el gusto de encontrarme con AË y sus papás, ella corredora espartana y admirable, y ellos veteranos de más treinta años de corridas. Cantamos el himno nacional (mal sincronizado con el audio del evento, por cierto) y esperamos la hora; llegada, se gritó a pulmón entre miles de voces la cuenta de regresiva, y para fuera!

Padeciendo la calora!
Ya no me dan nervio las carreras, al menos las que he corrido con antelación, por lo que sabiendo de
mis libras de más y mi entrenamiento apenas suficiente, tomé un paso confortable y le metí. Que calores, desde antes del primer kilómetro se anticipaba una carrera jodida y exigente. Por olvidadizo, me tocó batallar con el costalito que uso para llevar la Tablet y mis cosillas, porque no lograba ajustarlo a gusto, hasta que al costado de la ruta un lazo mostrenco me permitió hacer un par de nudos y amarres para seguir con más comodidad.

Y se fueron los kilómetros, subidas y bajadas, los columpios de la muerte de Cobán-Carchá, paso a paso, minuto a minuto, de cansancio, sudor y jugarle las vueltas a la calora, que se ponía más y más jodida.

En eso el barullo: "vienen los kenianos", y así era, cada año es una maravilla ver a estos venados encarnados asaltar la ruta con la impunidad del rayo. El ganador llevaba una ventaja impresionante sobre los inmediatos perseguidores, más keniatas, por allí un gringo perdido, más negros y un par de chapines sobreviviendo entre la celeridad de la élite.

Se fueron los meros meros y se acercaba Carchá, había agua suficiente, de la organización y de voluntarios diversos, aunque poco gatorade (corrijo, parecía haber bastante gatorade, pero los patojos que lo entregan no se ponen las pilas, y abastecerse es un tumulto que roba tiempo, por lo que evito), que yo salvaba gracias a mi fuelbelt. El par de subidas de Carchá se fueron en faenas trabajosas y de regreso.

El sol era un perro dorado y salvaje, estaba loco a esa hora, nos lanzaba dentelladas.

La ruta, las subidas, el sufrimiento, se me hacen conocidos y han perdido novedad. En mi modo automático transité de regreso por los famosos columpios hasta avistar Cobán de vuelta. Agua en la cabeza, respirar profundo y acometer el tramo final.

Es jodida y bella Cobán, te demanda mucho aunque te premia de vuelta, te roba y te regala. Pronto cobanes, quince medias maratones desde el inicio de esta poke-aventura tres años y cinco meses hace. A pesar de la desidia del par de meses previos, había bastado para terminar, eso sí, el crono se resintió bastante: 2 horas 43 minutos.
Medalla de mi tercera Cobán, primera del rompecabezas de su nombre.
(no tanto) era el estadio y el final. Sin llegar a estar fundido, sí me sentía muy cansado y maltratado por el sol. Atravesé la meta y suspiré. Al fin, tres

Caminar de vuelta a plaza magdalena se sintió breve, encontré a varios de los compañeros del viaje, un par del grupo de "errantes" del amigo oso. A la buseta y a comer algo; antes de comprar, comí un atún enlatado del bastimento enviado por madre, rico lo sentí. Tomamos fotos con las medallas y emprendimos el regreso.

No hay secretos en esto de la carrera, como comentó un compañero de viaje, que por cierto hizo un tiempo muy bueno cercano a las 2 horas: si corrés y te entrenás, mejorás; si sos negligente con tu entreno y tu cuerpo, sufrís y empeorás. Toda la razón del mundo le asisten.

Pasamos de regreso a un balneario en Tactic, llamado Chamché, de aguas frías, donde dormí la mona un buen rato y comí otro poco. Me cambié las ropas sudadas y me perdí en las sombras del sueño. Un par de horas perdimos en el balneario, antes de retomar la ruta a Guatemalita la bella, Guatemalita la hórrida.


La bandurria, ya después de la carrera, en Chamché.
 Partimos hacia Guatemala, dormí por ratos, hicimos una parada aún para comer algo más sólido en los linderos entre El Progreso y Baja Verapaz, para, al fin! Dirigirnos a casa, casita! El cuate guicho tuvo la fineza de dejarme a media cuadra de mi casa! Llegué cansado, sí, pero feliz, feliz! como siempre después de una carrera de estas. El cuarto año del running snorlax superó su trecho más jodido, esperando que mejores cosas estén agazapadas en la siguiente curva de la ruta.

Y eso es todo, mi medalla, un "C" dorada y rutilante descansa ya entre sus hermanas.

Se viene, en julio, la media maratón de las Rosas en Antigua Guatemala, que quiero volver a correr para que la medalla que ya tengo de esa carrera no se quede sonta, y luego los 21k de Dark Lord Arzú donde quiero mejorar mi PR de la distancia abusando de las bondades del trazado. Y adelante en el futuro, un par de carreras interesantes me guiñan su ojo que todo lo ve.

Como siempre, gracias por perder su tiempo en estas letras, nos miramos.

 -Wild snorlax is in a pizza coma!

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