MAX -F*CKING- TOTT, edición 79!

"Not al those who wander are lost"

La Max Tott es la media maratón que mejor representa el espíritu de la Ciudad de Guatemala: sale del viejo corazón de la ciudad, a un costado del cerrito sobre el que se construyó la Ermita del Carmen, para luego internarse en zona 5, 16, 15 y 5 de vuelta. Es una media dura y bella, despiadada y desafiante, como deben ser, por algo cumplió en 2016, 79 añitos, ganándola en su momento, el mismo Doroteo Guamuch Flores y Virgilio Herrera, entre otras joyas del atletismo nacional.

La corrí este año por cuarta ocasión consecutiva, con la expectativa de mejorar aunque fuera un poco mi desastroso tiempo de Xela15, pensando en que ya en enero entrené algunos buenos kilómetros más que en meses anteriores, pero consciente del sobrepeso bárbaro que me ando cargando.

Logré levantarme temprano, ya que perezoso y dormilón que soy, me he confiado en ediciones anteriores. La calle me recibió con el frío de la mañana y una neblina blanquecina, un clima promisorio para correr.

Ya estaba el gentío en los lares de la iglesia de Candelaria y la primera calle bajando hacia el Cerrito; el acceso siempre obliga a dar un rodeo por todo su contorno hasta la 11 avenida para entrar a la Avenida Juan Chapín "por atrás"; faltaban unos diez minutos para la hora señalada (las siete) cuando me posicioné en el último de los corrales. Por allí me encontré al amigo osito y algunos de sus "errantes" desperdigados.

Y dieron la salida, había un gentío, un poco más de cinco mil almas, subiendo sobre la primera calle para luego doblar sobre la catorce avenida hacia el mercado Colón. Iba a un poco menos de 7 minutos por kilómetro, un ritmo que trataría (fallidamente) de mantener.

Se desciende a un costado del cuartel de Matamoros para luego ascender hacia Jardines, se alcanza el monumento al trabajo y se desciende de forma pronunciada hacia el cruce de caminos y la cuesta del Austriaco.

Esa cuesta, esa cuestita, esa jodida cuesta.

Casi 9 minutos me hice en treparme ese kilometrito. Y no solo eso, sino que mi paso se resintió un montón de allí en adelante. Se sigue subiendo, ya con un ascenso menos pronunciado hacia Cayalá City, para, al fin, descender el bulevar Rafael Landívar buscando Vista Hermosa. Ya a esa altura el sol había escapado de su cobija de nubes.

Y era el bulevar de Vista Hermosa, un ascenso de casi 5 kilómetros que terminó de consumirme la estamina. Luego del retorno inicia la bajada, y traté de modular las fuerzas y apretar, aunque sentía ya las piernas muy cansadas y pesadas. Por allí andaba el cuatio Carles y el cuatío Tronito, echando porras.

Y bueno, faltaba poco, pero mis fuerzas eran apenas justas, el columpio que conecta con el Campo Marte fue el último gólgota, ya con el sol mordiendo la espalda. Faltaba bien poquito, apreté los dientecitos y seguí. Al llegar a Barranquilla sabía que lo había hecho! Otra vez! Con el cansancio bien encaramado entré al estadio, a darle su media vuelta y cruzar la meta.

Caminaba recuperando el aliento cuando me llamaron mis bichos canaletos, que esta vez no fueron a verme, oirlos me enternece y me rompe, siempre. Un par de filas después recogía mi medalla, mi cuarta Max Tott! Mi décimo novena media maratón, como quien dice nada.

El tiempo no fue el que hubiera querido, pero la ruta dispensa con justicia. 2 horas 44 minutos y 43 segundos según el reporte de la empresa que controla los chips. Muy parecido al tiempo de mi primera media, mejor a Xela sí, pero falta mucho por mejorar, por correr, y libras por botar. En esa lucha estoy!

La medallita!

-Wild snorlax is in a running coma...

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